La iluminación

La conciencia es el alma. En los Shiva Sutras podemos obtener la realidad manifiesta de la naturaleza de Shiva, la divinidad. De nosotros mismos y de todo cuanto hay. Meditar en ello significa estar iluminado. Meditar es entrar en la iluminación y cuando el estado de meditación es constante la iluminación lo es. Estar liberado en vida (jivan mukta) llena al alma de gozo y deleite (abhoga). Es el estado más puro del alma y una vez instalada ahí los conocidos estados ordinarios (vigilia, sueño, sueño profundo) quedan bañados de esta agua límpida de conocimiento.

No es difícil. Solamente hace falta sensibilidad (apertura) para acceder a la belleza. El conocimiento supremo es la verdad última y primera. Así nos integramos en la conciencia de Shiva. En los Shiva Sutras (I, 5) leemos: “Udyamo bhairavah”. Lo que significa que un destello o elevación repentina se produce cuando el Ser supremo nos envuelve. A partir de aquí ya todo puede ser elevación y destello sagrado. “Todos los fenómenos son el cuerpo”, “Drsyam sariram”, (Sh.S. I, 14). Externos o internos, para el ser iluminado ya todo es Shiva.

Dirá Sai Baba, despertándonos: “¡Este preciso momento es el momento! ¡El minuto que ha transcurrido está fuera de vuestro alcance; así también, el minuto que se acerca, no es vuestro! Solamente aquel Jiva [Ser viviente] que se ha grabado esta comprensión en su corazón puede fundirse con Shiva”. Si te mantienes firme y constante en esta verdad sencilla y profunda sin duda te hará libre. El conocimiento del ser (atmajñanam) se fundamenta en un claro discernimiento (viveka) acerca de la verdad del ‘yo’, no empañado por el ego, capaz de establecerse en su estado natural, en su fuente original, en su realidad suprema no condicionada de realización permanente. No inmóvil ni estéril sino tan viva y tan creativa como lo es, admirablemente, toda la Creación. La conciencia es el alma. Y libre es, en sí misma, iluminada y en constante revelación de incalculables verdades, colmando de deleite su esplendor. ¡Qué puede impedir que no vivamos ya esta dicha tan íntima! Absolutamente nada. El Todo está siempre llamando a nuestra puerta. Abrámosla.

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